Existen días en la vida en los que uno se
enfrenta prácticamente a todos los sentimientos que existen, el día en que Daniel vino al mundo fue uno de
esos.
Nos habían programado la cesaría para las 6:30
de la mañana, pero como suele suceder en Costa Rica nada empieza a tiempo (el anestesiólogo se equivocó de clínica)
ésta fue la parte del día donde el sentimiento fue cólera, bueno ya pasó. Tras una larga espera (realmente no sé si fue larga, pero lo sentí eterna) un enfermero
me llamó, y me guió a la sala de operaciones para recibir a Daniel al mundo.
Por fin, llegó el gran momento, me acomodaron
para que pudiera tomar fotos del nacimiento, y de pronto la doctora sacó al
bebé del vientre de mi esposa, en ese momento no supe si llorar de la emoción, brincar o tomar fotos ,
realmente no sabía ni que hacer, me
llamó la atención que todo el personal médico se mantuvo en silencio y solo se
escuchaba el llanto del bebé y a éste servidor repitiendo como loco “Bienvenido mi amor, bienvenido”, el neonatólogo
muy serio me dijo: “ Vamos afuera que
ocupo hablar con usted”.
En ese momento solo pude atinar a decir “Si, si”, lo único que pude hacer después
de eso fue salir abrazar a mi padre y llorar, el terror había llenado todo mi ser. Posteriormente busque un banco y
me senté junto la incubadora, no pensaba moverme de ahí por nada de mundo.
Alrededor de una hora después llegó el cardiólogo,
y le realizó un examen a Daniel, me indicó, que el bebé tenía un pequeño
huequito en el corazón, realmente se que lo explicó más cosas pero mi cabeza ya
no podía absorber mas información estaba bloqueado.
A todo esto, aún seguía con preocupación, sin saber nada de mi
esposa, las enfermeras no me decían nada y la doctora no aparecía. Yo seguía
sin moverme de mi guardia, junto a la incubadora, solo, todos los otros padres
se habían ido con sus bebes a sus cuartos, cuando reapareció el neonatólogo y
le colocó una sonda al bebé, mientras que una enfermera me enseñaba como
alimentarlo, ella me indicó que el bebé debía comer cada hora…, ya era más de
la una de la tarde y aún no sabía nada de mi esposa…
A los quince minutos por fin apareció la
doctora me indicó que era la primera vez que traía “un chinito” al mundo, me recordó
que se hizo todo lo posible para descartarlo (el síndrome) pero que no pudo, a este punto no me importaba, la verdad, estaba
súper enamorado de mi bebé.
Le pregunté a la doctora por mi esposa, y me
dijo que todo había salido bien, le pregunte si le había comunicado que el bebé
tenía Síndrome de Down, a lo que respondió: “¡NO, NO, NO, NO, NO, NO!”
y procedió a retirarse. No tengo palabras para describir el rostro de esa mujer
cuando me dijo eso y se fue.
A las 2 de la tarde pasaron a mi esposa el cuarto, al fin la pude ver, se veía muy adolorida, decidí darle la noticia de una vez, no sabía como dársela y francamente aún ahora me sigo disculpando con ella, puesto a que no encontré otra forma más que tirarle la bomba sin anestesia, y de un solo.Salí de cuarto conteniendo el llanto, sabía que me había faltado tacto con mi esposa y me costaba controlar mis emociones.
Regresé a la sala de neonatos, estaba listo
para llevar a Daniel a conocer a su mamá, la enfermera lo sacó y me lo entregó,
¡POR FIN alcé a Daniel, Por Fin le pude
dar un beso! ,al salir rumbo al
cuarto mi hermana fue la primera en correr a recibir a Daniel, y no paraba de
repetirme “¡Ricardo, es simplemente hermoso!” Una y otra vez, lo abuelos me rodearon para
besarlo y decirme lo hermoso que era, y
recordarme lo afortunado que era ese bebé, porque iba a ser sumamente amado.
El resto de la historia se las dejo para después,
ya que hay mucho que contar.
2 meses despúes. |
Todos en la vida tenemos momentos duros y muy
duros, pero en un día aprendí que no importa lo duro de las cosas, siempre los
que nos aman nos ayudan a alivianar la carga, GRACIAS DANIEL ya en tu primer día conmigo me diste una buena lección,
no puedo esperar por ver que más me vas a enseñar.
Te ama.
Papá.
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