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lunes, 19 de mayo de 2014

Cuando los padres no están de acuerdo con las terapias.

En un grupo de padres de chicos con necesidades especiales, escuché hace un año a una madre exponiendo el caso de su hija. Ella entre otras cosas, nos contaba que cambió varias veces a su hija de instituciones escolares, no porque a la niña no le hicieran una adecuación curricular, simplemente, no le enseñaban nada, y ella convencida de su potencial, la cambió hasta encontrar una escuela pública que se comprometiera a darle clases como a cualquier otro chico.

La niña no solo ha logrado hasta el momento todos los objetivos de cada curso, si no que con mucha disciplina y estudio, ha logrado obtener  uno de los mejores promedios del aula, ¿increíble?, no lo creo, pienso que efectivamente, cada padre es consciente del potencial de sus hijos, y que estos con dedicación, esfuerzo y nuestro apoyo pueden alcanzar los objetivos que se proponga en la vida.


En el marco de esta anécdota quiero comentarles que nosotros a pesar de la corta edad de Dani, ya tuvimos que tomar la decisión de sacarlo de una de las instituciones a las que asistía.
Pero esto no fue una decisión caprichosa, pasamos meses  desde diciembre de 2013, hasta mayo 2014, ensayando, analizando, evaluando, consultando a familiares y especialistas que hacer al respecto, para finalmente tomar la decisión que nos pareció más correcta por el bien de nuestro hijo.  

Lo más importante, es que ahora nos sentimos muy aliviados, lo que quiere decir que actuamos bien.

La política de ésta institución a la que asistía un día a la semana, era la de separarlo de mi para llevarlo a dentro de las instalaciones donde le realizaban 3 distintas sesiones de terapia. Cada una con una duración de 45 minutos en los cuales Dani, nunca dejaba de llorar. Lo que visiblemente le estaba afectando su comportamiento, convirtiéndolo en un niño cada vez más huraño y miedoso.

Cada niño tiene su personalidad, Dani es cauteloso, como lo hemos comentado antes, y jamás se sintió a gusto ahí, al contrario para él, era realmente angustiante, siempre salía gimiendo,  hinchado de tanto llorar, obviamente no realizaba las actividades. En las evaluaciones que ellas le realizaban siempre lo tenían estancando en el mismo nivel, insistían en que él no había progresado, mientras tanto para mí era un suplicio escucharlo llorar. ¿Empezamos a preguntarnos vale la pena traerlo?

Ellos sostienen que esta práctica es fundamental para fomentar la independencia, pero en niños menores de 2 años, la misma, no se aplica ni siquiera en las instituciones públicas de éste país,  donde los padres estamos junto a ellos durante toda la clase, para darles confianza y aprender de las terapistas. De lo contrario, ¿qué se supone que los padres van a aplicar en la casa el resto del tiempo?

Sin embargo, hay muchos padres cómodos, a los que no les importa que sus hijos lloren con tal de que otro les haga la terapia, o hay otros que por inseguridad o temor a perder el cupo en tan prestigiosa institución, no se atreven a cuestionar sus reglas, a veces simplemente es una cuestión de preferencias.
Haciéndo terapia física con mi terapista, papi y mami. 
Yo prefiero ver a mi Dani, sonriente y feliz al llegar a clases, cuando el llega a las otras dos instituciones le brillan los ojos, se ríe, saluda con la manito, recorre el lugar gateando a toda velocidad, tira besos, patalea de la emoción, y en cada clase que le dan se nota el progreso, como si el entendiera la guía y la aplicara por el mismo, es más, me hace señas , me avisa para que le haga esos mismos ejercicios en la casa, lo que es genial.
Recibiéndo estimulación temprana con mi terapista, papi y mami. 
 TEST
Si como padre tienes dudas de si tu hijo con necesidades especiales debe o no permanecer en una institución educativa, te sugiero que te hagas primero el siguiente auto examen:

1    1.       ¿Es mi intuición la que me avisa que algo no está funcionando, o es un miedo infundado por un tercero (abuelos, amigos, chismes, etc.)?
2.       ¿Soy un padre o madre sobre protectora (o), y no estoy contribuyendo a su independencia?, Eres de los (as) que dice: ¡No quiero que lo separen de mí jamás!
3.       ¿Se trata de un asunto personal y no de resultados?, ¿Me cae mal algún docente en particular?
4.       ¿Se ha sentido usted discriminado o criticado por otros adultos que asisten a la misma institución?
5.       ¿Siente que su hijo (a) es maltratado o discriminado de alguna forma por compañeros o docentes?
6.       ¿Cree que las técnicas que usan para su hijo son obsoletas, perjudiciales o van en contra de alguna creencia personal?
7.       ¿Está convencido de que el tratamiento o terapia que recibe en esa institución su hijo es  poco satisfactoria, insuficiente o ineficiente?
8.       ¿Ha consultado a otras personas de confianza como familiares o quizás amigos cercanos sobre sus inquietudes?
9.       ¿Ha consultado a otros especialistas de su hijo, terapistas, docentes o pediatras sobre sus inquietudes?
10.   ¿Ha planteado sus incomodidades ante la dirección o gerencia de la institución, sin recibir  respuesta o notar cambios?
11.   ¿Me siento confiado del renombre de la institución y por ello temo cuestionar sus técnicas?
12.   Y lo más importante, ¿ha observado usted algún progreso o cambio favorable en su hija o hijo cada vez que asiste a la institución?

Si después de realizado éste test, y haber planteado las diferencias e inconformidades que afectan a tu hija (o) continúan sin ver resultados favorables, entonces ha llegado el momento de tomar acciones y cambiarlo a un lugar que cumpla sus expectativas.

  • No confundan gimnasia con magnesia, no se conviertan en esos padres sobre protectores al extremo que se molestan si les hacen una crítica constructiva sobre su hijo, porque le estarían causando más daño que beneficio.

  • Se trata de encontrar un sitio armonioso donde se de la simbiosis entre docente, alumno y padre. Una relación armoniosa es fundamental para realizar un trabajo satisfactorio en equipo, para que su hijo pueda aprovechar las herramientas y las oportunidades al máximo.

  • Pero tengan presente, que si queremos que nuestros hijos formen parte de un sistema inclusivo, debemos participar en actividades e instituciones mixtas donde asistan niños regulares y niños con capacidades especiales.

  • No obstante, a pesar de que estamos en la era de la información, hay mucha gente ignorante aún, estas personas pueden resultar crueles y hacer todo tipo de desprecios, desde mirar de forma extraña a tu hijo o a ti, hacer comentarios y más,  pero tú no puedes salir corriendo y esconderlo, por el que dirán.

  • Solo tienes dos opciones viables enseñarles sobre el Síndrome de Down o ignorarlos. Pero nunca sacrifiques a tu hijo por culpa de un tercero.

  • Por último, crean en su intuición, el corazón de una madre y un padre no se equivocan.

  • Pídanle a Dios que los ilumine, nadie nace con un manual debajo del brazo para ser papás y  los hijos con capacidades especiales requieren un poquito más de responsabilidad, por eso debemos ser muy sabios a la hora de elegir, pues estos dependerán más aún de nuestras decisiones.


Dios los ilumine siempre.
Atte.-
La mamá de Dani.





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